Ya
no me importa que haga frío
afuera
dormirán tus recuerdos,
y
tu mirada incandescente
la
de los sueños marchitos
no
volverá a mirarme
a
devorarme las ganas, la vida.
Es
que tu voz colmada de soledades
de
entidades sin presencia
te
cargó de esquizofrenia
de
olvidos durante el desayuno,
con
tu mirada vacía nos abrazamos
mientras
te retiraban en silencio.
Voy
a regar tu corazón con mis lágrimas
y
allí donde el primer brote renazca
nos
encontraremos, otra vez,
tú,
amando mis alucinaciones
yo,
encontrándote en cada ser
impredecible
de tu enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario