Cada
madrugada de Octubre
me
encontraste bajo tu ventana
me
hablaste de las estrellas
me
viste fijamente a los ojos.
Y
también comencé a hablarte
a
contarte de mí historia
cuando
el sol nos encontraba
transformando
nuestro ser.
Las
personas jamás escuchan
tú
solo la forma tenías
pero
tu sonrisa dibujada
encerraba
toda una mística.
Cada
amanecer todo cambiaba
pues
toda tu piel me envolvía
transformaba
mi perspectiva
volviéndote
de carne frente a mí.
Así
pasamos cien vidas
intercambiando
nuestros roles
mi cuerpo completamente vacío
sosteniendo
tu corazón de papel.
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