martes, 24 de marzo de 2015

La extraña pareja



Son las 5 de la tarde del 24 de Marzo en Madrid,  Samanta corre para alcanzar el autobús como todos los días,  absorta en la Biblioteca de la Universidad Politécnica perdía noción de todo tiempo y espacio.  Por suerte  la amistad que ha conseguido con Marcos, chofer del transporte público, llega hasta el punto que él hace sonar el claxon avisándole de su llegada y aguarda  hasta la carrera de Samanta por abordar;  evitando el murmullo y malestar de los pasajeros canta una canción distinta cada vez, de Ismael por supuesto su ídolo, y uno a uno los seños fruncidos del pasaje se transforman en aplausos. Marcos de 24 años,  conduce el autobús para costear así sus estudios en la Escuela Superior de Canto. Su madre había fallecido hace ya algunos años en un accidente automovilístico y a su padre, Facundo Sandero de 67 años le es imposible costear la carrera de su hijo con la pensión  adquirida luego de trabajar más 35 años, como cocinero para una de las familias más adineradas de Madrid. La casa de los Figueroa, reconocidos en la industria de la biotecnología por la modificación transgénica en materia de granos, hizo de su saber una gran  fortuna pese a que no son tan reconocidos por brindarle un bienestar proporcional a su riqueza a quienes trabajan para ellos.

__…”Ahora traes la lluvia y, aunque ya no tenga edad,
Me desvisto en la tormenta, grito tu nombre en la calle.
Ahora que te encuentro todo se vuelve verdad,
Se derrumban los palacios y traes verde a sus solares…”

Canta Marcos mientras la puerta se abre y Samanta asciende de un solo brinco por encima de los 3 escalones del vehículo cuasi en movimiento. Con la cara alborotada, el pelo revuelto de hacer círculos con su lápiz en él, mientras daba los toques finales a su tesis en la biblioteca. Sonrojada a sabiendas del retraso que provoca, queda de pie frente a Marcos, toma la mochila depositada tras él, justo en el primer asiento que siempre le aguarda.

_Samanta me estoy quedando sin repertorio. Las lanzas que sus ojos arrojan a mis espaldas parecen estar más afiladas cada vez.

_ya lo sé Marcos, perdón.

Y se sienta a resguardo mientras reordena sus apuntes sonriendo tímidamente.
Marcos ha sido un hermano mayor para ella a lo largo de toda su carrera. Aunque él jamás pudo verla como su hermana, ella es su inspiración, la voluntad por la que cada día puede hacer el mismo recorrido, pasar horas y horas conduciendo con el susurro de desconocidos a sus espaldas. Hasta la última ronda cuando puede verla y defender su impuntualidad cantando, cual si estuviese frente a un público expectante sobre las butacas del Teatro Real.


Como si no pesarán en él las horas al volante, viernes último día de trabajo, Samanta lo invita a bailar y distenderse sobre el Disco Bus de la ciudad.

_ de verdad piensas que puedo distender el dolor de mi espalda sobre un Bus en movimiento con música a todo volumen y tragos que pueden hacer que el mundo gire alrededor sin que pueda al menos dar un solo paso sin tropezar?

_ Nose en que estoy pensando Marcos, tenéis toda la razón. Por favor discúlpame, vayamos a ese bar que te gusta tanto, el que tiene la fuente con esos perritos a los que le sale agua por el… jeje, tu sabes. Hacen esos tacos mejicanos que me fascinan, y la verdad muero de hambre.

La escena es muy graciosa, tal cual Samanta lo describe, al entrar a este bar lo primero que ves es una fuente con dos estatuas de unos cachorros Golden Retriver, levantando sus patitas, orinando en lo que fuere un barril de cerveza, de antaño, que desborda de espuma.
Son casi la una de la madrugada, ya cenados y de sobremesa, Marcos y Samanta beben lo que queda del Malbec que acompañó de la cena.
Como intentando advertir a Samanta de su cansancio Marcos introduce su mano derecha en el bolsillo trasero de su pantalón y saca de allí su billetera, seguramente para llamar al mozo y poder pagar la cena, como corresponde a todo caballero.

_Marcos, no  pensaras que no vamos a ir ahora

_es tarde Sam (como solo Marcos puede llamarla), estoy cansado y sé muy bien de tus intenciones; de verdad y aunque no lo creas, no tengo ganas.

_ni siquiera poniéndote mis ojitos del gato con botas?... dale Marcos, si tu sueño es cantar y ya todos cenaron aquí, estamos a nada de que comience el karaoke.

Marcos jamás, desde que conoció a Samanta, pudo decir que no a esos ojos. Y así fue que de un momento a otro el anfitrión del bar dio comienzo a la velada de cantantes. Mientras él afinaba su garganta, ella pedía dos cervezas.
Ezequiel, el dueño del lugar era un gran fanático de las interpretaciones que Marcos hacia de unos de sus cantantes preferidos, Ismael Serrano. Así que no hizo esperar mucho a la multitud que había en el bar y pasando por sobre todo protocolo del Karaoke, pues obvio era el dueño del lugar, bajo todas las luces, pidió silencio y todo se volvió azul.

_Muy rara vez viene a este lugar personas tan queridas y talentosas a deleitarnos con su voz. Hoy es el día y con un repertorio, sin menospreciar a nadie no lo tomen a mal, de mis favoritos.

Ya marcos lo intuía, pues aunque no lo crean, Ezequiel había de presentarlo cada vez de un modo más espectacular.

_Todos se preguntaran quién es, o el por qué de este tinte azul que ahora nos cubre por completo. Verdaderamente es un gusto para mí que él nos acompañe y como amigo rebelde que soy, voy en contra de todos sus llamados de atención para con  este tipo de presentaciones que tanto lo avergüenzan.
Pero saben que, él lo merece y mucho más. Hoy quiero presentarles a mi gran amigo Marcos, quien nos deleitara con su voz.

_y si me permitís Marcos (a quien no le quedo otra alternativa que acercarse al escenario), quisiera pedirte el tema Atrapados en azul del gran Ismael. Y que estallen los aplausos.

Supongo que el color Carmín de los pañuelos que usan las personas para las corridas de toro de San Fermín, era claro en comparación al rostro de Marcos.

El color azul del lugar era intenso, la gente aguardaba y Marcos sin querer, inició quizás, con el tema de Ismael que más le gustaba.
Ni un murmullo se escapaba entre aquellos que poco antes se asemejaban a una jauría hambrienta de lobos.
Por supuesto, el amor platónico que Samanta sentía por su amigo, desbordaba cada uno de sus poros y aquellos suspiros que daba por cada una de las sílabas que el pronunciaba llegaban a Marcos como tiernos susurros a sus oídos.

Silencioso, un grupo de desconocidos se acerca a la barra, piden unos 4 cafés cargados con coñac,  y retoman parece su charla callejera,  tiñendo por momentos las melodías. Poco a poco el murmullo se entreteje en las canciones;  pretenciosos y descarados desconocidos han venido a molestar.

Con aplausos y alegría todo vuelve a su lugar, el color azul desaparece y Marcos un poco contento y otro tanto avergonzado vuelve a su mesa, con Samanta.
Carcajadas se escuchan desde la barra, gritos y una alegría que parece desentonar en el lugar. Para cuando  Ezequiel toma coraje, enciende las luces y se acerca hacia aquel grupo de gente. Uno de ellos camina sin mirar atrás directo hacia la mesa de Marcos, pide permiso a Samanta, tomando con fuerza el brazo izquierdo de Marcos, sin dejarle lugar al pensamiento y casi a empujones lo arrastra hacia el escenario junto a él.

_antes que cualquier presentación han  de saber que no somos ladrones ni nada que se le parezca, a pesar de la apariencia (el murmullo es incontenible, las miradas, la gente alborotada)
 _ no hemos querido para nada, con mis amigos, arruinaros su velada. Ezequiel no lo sabe, pero tal cual como hoy, nosotros hemos venido mucho a este bar. A charlar, a arreglar contratos, a pasar el rato con la familia. Disfrazados, diría yo, pero con intenciones de mantener este equilibrio que existía hace un momento cuando el joven que me acompaña en el escenario cantaba.

La gente absolutamente atónita y desconcertada, hipnotizada por las palabras de un desconocido, inquietas ante una escena casi violenta cuando este hombre arrastro a Marcos hacia el escenario.

 _Este ha sido para mí un lugar donde encontré muchas letras, muchas historias, donde parte de mi propia historia se fue extendiendo entre las hojas de mis bocetos, entre los discos que empezaron a surgir. Donde el primero de mis discos comenzó a sonar, cuando con uno de esos amigos que está ahí en la barra, más precisamente él (Agustín), llegamos y él  le pidió a Ezequiel si podía hacer rodar este disco que habíamos encontrado (y se escucharon carcajadas desde la barra), y es que teníamos mucho miedo, debo confesar, que no gustará lo que humildemente habíamos hecho.

La voz ya había dado a luz su identidad ante el gentío mudo, develaba el rostro que este misterioso hombre ocultaba tras esos anteojos y la gorra vasca color piel.
Para asombro de Ezequiel, su bar, el humilde habitáculo del que es dueño ha sido cuna del más grande de sus ídolos. Tantos discos, tantos años, tanto fanatismo desvelado y develado hoy por primera vez, tenía su razón de ser.

Desde del escenario, y con esa voz que ahora tiene rostro Ezequiel cumplió su sueño y sin querer el de Marcos.

_ Marcos, como el comandante, verdad?

y Marcos asentía con la cabeza, completamente mudo,

_ disculpa que te tomara del brazo, solo quise darte un ejemplo. Y he aquí mi consejo, lo que tú quieras y desees, ve y tómalo. Todas las puertas están abiertas, en todo lugar, hasta en el mismo bar de un completo desconocido puede escribirse tu historia.

Y sin conocerla le recito a Samanta una estrofa y para ella esta canción.

_solo espero que el amor, que entre sus ojos brilla no se apague jamás como en esta historia, no es que te vea cara de mala (y todos rieron)…

Sin embargo, tu sabes… la noche debilita los corazones. 


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