Cuesta
soñar el amor
cuesta
soñar el dolor
cuesta
escuchar nuestra voz
cuesta
admirar la razón.
Es
que nacemos despiertos;
retrocediendo
al soñar
al
vientre de la vida
sin
saber del despertar.
Al
desfallecer el alma
cuando
hace falta soñar
se
hacen largos los días
poco
sirve descansar.
No
sueña quien tiene ganas
sueña
quien sabe soñar
trascendiendo
su existencia
entendiendo
la verdad.
Todo
cuesta al soñador,
a
él no le importa luchar
hace
tan grande su sueño;
sin
medir las consecuencias
a
él no le importa pagar.
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