Eterna y simplemente suave
sus alas la elevan hacia el Edén,
mientras que la sinuosidad de sus curvas
son una invitación al Averno.
Quizás los pétalos de la Orquídea
puedan describir su belleza,
o la delicadeza de su alma
inocente y traslucida como el agua más pura.
Es vida su mirada de amor,
y entre sus manos de fuego
se encuentra el calor, nuestro lugar,
ese momento eterno,
donde el mundo se detiene.
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