Hola. cómo estás?
te pregunte al oído
y susurrando
casi en silencio
me acerque a ti.
Eres demonio
o solitaria princesa?
y solo mirándome
con los ojos mudos
me respondiste en secreto:
eso depende de ti.
En esa pálida luna
nos reflejamos
como el aliento
encendido de un dragón,
nos inundamos de besos
y liberamos a Eros,
como desobedeciendo a los dioses
por esa aventura prohibida
entre tus piernas y yo.
Se fue corriendo el rumor
de este mundo que incendió,
la más vívida lujuria
que tu recuerdo borró,
de aquellos días en vela
cuando el cielo amaneció
y yo perdido en tu destino,
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