El laberinto de tus curvas
oscureció notablemente el sentido
en los rincones de tu libido
voraz, impredecible, sin límites.
Cada célula hizo erupción
al encontrarme en tus caderas
deliberando el mortal, tímido, destino
que mis manos predijeron en tu cama.
Leyes irrefutables de la física
encontraron fusionados nuestros cuerpos
incendiados por la combustión
de tu carne sobre el fuego de mis labios.
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