Por un momento pensé, tímidamente
investigar la raíz de su destino
y simplemente lo olvide en silencio,
procurando una tibia primavera
mis ojos pálidos lo descifrasen.
Era otoño ya, caminaba, pensando,
es inusual imaginar el atardecer de su vida
sustentado solo en la felicidad por lo que vendrá.
Aún no sabía ni por donde empezar
pero lo sospechaba, lo sentía.
Intuía a través de mi nostalgia,
no era una verdad en si misma
sino palabras pronunciadas
por profetas que profesan, quizás,
verdades inciertas en rincones de montañas.
Cuando cerré mis ojos y mis oídos
lo descubrí en mi interior, no eran
ni las palabras, ni su mensaje, ni su creador
era simplemente mi actitud ante el mundo
el camino inexorable hacia una vida mejor.
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