Cayendo en un espiral de alucinaciones,
colmado de paisajes remotos y los más extraños personajes.
Todo el tiempo hube de permanecer inmóvil,
incapaz de modificar esa realidad,
sólo podía contemplarla en silencio.
Mis ojos se agitaban hacia uno y otro lado,
la distancia era exacta para disfrutar su belleza,
era la cruda certeza que me estaba involucrando.
Un principio inexplicable al borde de un murmullo
que me aclamaba y ya no pude escapar.
Poco a poco fui encontrando la verdad,
ya vislumbraba el final, hasta podía predecirlo.
Y ese infortunio incierto de la última página,
acabo con mis delirios proféticos y regalo un final,
digno y perfecto, siendo el mejor de los libros.
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