En el lejano rincón de un escritorio
se encontraban la pluma y la palabra,
se miraban de reojo, se estudiaban,
se sentían muy cercanas y distintas.
Por qué has de seguirme cuando camino
le dijo la palabra a la pluma, indignada;
pero eres tú, perezosa, dijo la pluma
quien remarca mis pisadas, me persigues.
Discutían, se miraban y volvían a empezar,
sin embargo después de un largo tiempo
muy cansadas y agotadas por el inútil ajetrear,
se sentaron, en silencio juntas, a reflexionar.
No eres tu por delante o ella por detrás
son las dos que siempre juntas con mi mano van,
intentando dominar este mundo de poesía,
que a la vera de un papel siempre soy de regalar.
Ya presente aquí los tres, es necesario aclarar
que no es ni la pluma, ni yo, ni la palabra,
lo importante que queremos resaltar
sino el mensaje, la magia y la belleza
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