Una dama, sola, en compañía,
delicada, frágil mano de cristal;
creció tocando mi puerta,
lleva la vida en un sobre.
Cuenta en mi oído batallas,
dolor del alma reunidos;
y un vacío color angustia,
cuando los pasos se alejaban.
Alimenten su amor en mi mesa,
cuidaré ese regalo olvidado;
Gabriel perseguirá las huellas
susurrando el martirio en su voz.
Descansen del olvido aquí,
aguarden al día de su reunión;
cuando el sol abra los ojos,
su corazón, ya serán dos.
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