A
veces la lluvia duele
los
viernes por la tarde,
cuando
camino por la calle
y
tu ausencia me acompaña.
Duele
un poco menos abril
cuando
el sol ya no te nombra
y
tu presencia regresa al barrio
de la mano del otoño.
Nunca
duele en primavera;
renacemos con cada flor
y
la lluvia se hace amiga
de
todos los caminantes.
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