Te marchaste de mis manos
sin reclamarme una lagrima,
rindiéndole culto al olvido
te fui perdiendo en el tiempo.
Me convertí en un sabueso
para buscarte en el viento,
persiguiendo tu perfume
no he descifrado el misterio.
Nunca entendí tu abandono
ni ese destierro en silencio,
a cada hermoso segundo
que compartimos riendo.
Hoy te nombró sin llamarte
alzando una mirada al cielo,
y ansiosos por recordarte
con mis hermanos te pienso.
Del sueño eterno la dueña,
de nuestra vida el cimiento,
mi madre y de mis hermanos
siempre en el pecho latiendo.
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