sábado, 21 de septiembre de 2013

Heredero del exilio

Irrevocable conjuro
una mística mortuoria;
de palabras profanas
el llamado de la muerte,
en mi mente
sin tener que pronunciarlas.

Temía sostener la mirada
no viviría más de un mes;
mudo entonces para siempre
claustrofóbica presencia,
en los muros de mi alma.

A través de mi ventana
vivo la vida de Laura;
me acompaña sin saberlo
ella canta en el silencio
yo la observó en mi balcón.

No puedo más que amarla
sin tener que pretenderla;
de mi vida este es mi karma
admirando su existencia,
sin jamás poder nombrarla.

El destino de un linaje
una herencia aterradora;
contaminante soledad
intoxicada por la magia,
de mis cobardes ancestros.

Un asunto tan precario
por los juegos de ese niño;
un golpe desafortunado,
este premio de castigo
maldición de los herejes.

Cuando esa anciana murió
mi esperanza
murió en su puerta;
ante el miedo de legar
a cualquier hijo esta asesina.

El olvido de mi cuerpo
en estas torres de cristal,
ha bendecido la tierra;
evitando maldiciones
que pudiera pronunciar.




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